Eres tan mía como yo tuyo, mi ser dentro de tu ser, a lomos
de nuestros caballos llamados lujuria y deseo, saciando nuestra sed puesto que
ningún manantial fue suficiente hasta que nuestras miradas se encontraron en
aquel tugurio en Bangkok.
Tus pechos son como dos montañas que se divisan a lo lejos,
firmes, majestuosos, perfectos, con sus pezones erectos deseando ser explorados
leeentamente, tieeernamente, por algún intrépido escalador como si de un k-8000
fuese llegando a la cima más alta.
Tu hermoso cuerpo está plagado de curvas que se enroscan las unas con las otras creando
un dibujo perfecto haciendo perder, dulcemente, la vista a cualquier observador
desde la prudente lejanía. Es como un mapa que has de seguir, es como el
Amazonas, hermoso y salvaje hasta el final.
En las antípodas se hallan tus dos hermosas mesetas con su
rio en el medio, placenteras para el descanso puntual del osado aventurero, como
si de un descubridor de reliquias se tratase, deseando reponer fuerzas para
continuar el recorrido que tu “agencia de viajes” ha vendido. Ellas son fruto de deseo lascivo desde
que el tiempo es tiempo, desde tiempos
inmemorables…y lo sabes, lo sabéis.
Te recorro con las yemas de los dedos, te recorro con la
mirada sin tocarte, te recorro…y lo notas aunque no me veas….las miradas no
mienten…., sabes lo que piensa ese hombre en aquella mesa del fondo en esa
cafetería, lo sabes..con solo mirarle a los ojos….
Al final del
recorrido me encuentro con tu gruta, tu ser, caverna saqueada por innumerables
moradores nocturnos en busca de alguna reliquia en forma de sexo casual y
esporádico...fuente de vida, de pasión que ha visto la luz en innumerables lugares
no confesables en público teniendo como cómplices las paredes y sabanas de
aquellas camas en tiempos no muy lejanos….
Déjame explorar cada rincón de ti, de tu mapa… quiero
empaparme de tus olores, de tu fragancia…. de ti….quiero no volver de donde
vengo, quiero, con la luna y la noche de cómplices, perderme en ti hasta el próximo amanecer.